El concepto de mi TFG nace de reflexionar dónde reside la esencia del diseño de moda y cuestionarme cual de todas sus etapas es la más importante y crucial. Concluyo que es aquella que, paradójicamente, siempre queda oculta y eclipsada. Esa fase intermedia, situada entre una primera etapa de ideación, conceptualización e inspiración, y la última etapa de producto, exposición y venta. Tener ideas es fácil, tomar acción y llevarlas a cabo no tanto. Esta etapa intermedia a la que yo llamo, proceso de materialización, es donde realmente reside la esencia.

Soy una persona muy técnica, y siempre me ha llamado la atención que, al final de los desfiles, solo salga a saludar y recibir ovación el diseñador de turno, mientras que el equipo que hace posible que las prendas desfilen sobre la pasarela queda invisibilizado.

Este pensamiento refuerza mi interés en destacar la importancia del proceso y de quienes lo hacen posible.

A partir de esta idea surge otro concepto: el taller como laboratorio.

En este espacio, el método heurístico se combina con el patronaje, la confección y el prototipado, sumándose a la experimentación y manipulación textil mediante métodos artesanales y tecnologías contemporáneas. Este enfoque da lugar a prendas únicas y funcionales, inspiradas en los elementos cotidianos del taller y en los procesos que allí se llevan a cabo. Así, reafirmo que estos procesos no son solo un medio, sino un fin en sí mismos, cargados de un inmenso valor estético y narrativo.

Es este el verdadero núcleo del diseño, y es también lo que me permite visibilizar los errores, aprendizajes y creatividad que forman parte de la esencia de una prenda. Más allá del diseño final, el valor reside en el recorrido y en las personas que lo hacen posible.

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Diseño, patronaje, corte y confección: Miguel Conde

Fotografía: @Chuofoto

Modelos: @_mariodf, @sleepyflaka, @jorge_judoka, @carlosaguado_, @santicargo, @naiaserranoo